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Discriminación y Comunidad gitana 2016
niños. En el mejor de los casos, los gitanos y gitanas
son descritos como “seres de espíritu libre”, despreocu-
pados, felices, y con una elegancia natural. Todas estas
características son a menudo utilizadas para describir a
los animales.
En este capítulo se esboza una definición del antigi-
tanismo, mostrando que el fenómeno tiene profundas
similitudes con ese conjunto complejo de fenómenos
llamados racismo.
I.
Neo-Racismo o Racismo Diferencialista
Muchos autores consideran las últimas manifestaciones
de racismo contra los diferentes grupos minoritarios
en Europa como lo que Baker (1995) y Taguieff (2001)
llaman racismo «diferencialista». Ambos autores lo ven
como una forma de racismo que no se centra en las
diferencias biológicas sino en las culturales y en lo que
sus autores llaman «preferencia natural» por un grupo
cultural “específico”; esta forma de racismo promueve
la incompatibilidad de las culturas y tiene resultados
similares al racismo biológico. Según Rorke (entrevista
personal en 2006) se trata de «una forma mucho más
peligrosa, más retorcida, de racismo, perdura mucho
más y puede infectar el pensamiento mayoritario y la
acción política con mayor facilidad que el racismo bio-
lógico». Los defensores del diferencialismo, del nuevo
racismo, es que el racismo biológico quedó totalmente
desacreditado con la derrota del nazismo alemán y el
impacto del Holocausto. Cuando se trata de los gitanos,
el racismo biológico aún está vivo; la deshumanización
es todavía central en los discursos anti-romaníes. Rorke
también consideró el antigitanismo como algo «protei-
co y polimorfo». Esto complementa lo que Rorke es-
cribió en 1999:
“Aunque el antigitanismo sigue siendo poco menos que
ubicuo, como la mayoría de las formas del prejuicio, no
es estático en su contenido, ni es algo que se extienda
uniformemente a través de las políticas del continente
europeo. En los diferentes Estados los prejuicios contra
los gitanos están más o menos arraigados, son más o
menos explícitos, se manifiestan en diferentes grados
y en formas directas e indirectas muy específicas di-
rigidas contra los gitanos, y cambian de orientación en
función de vaivenes políticos más amplios.”
Las recientes oleadas de antigitanismo en Europa (Nico-
lae 2006) y, en particular, en Inglaterra e Italia se explican
más por choques culturales que por la herencia biológi-
ca, pero los efectos son los mismos, ya que estamos
presenciando violentos conflictos sociales (Eslovaquia,
Rumania, Hungría) y la disolución de los vínculos socia-
les.
Este tipo de interpretación basada en las diferencias
culturales no tiene en cuenta la investigación social y
psicológica llevada a cabo en varios países (España -
Pérez, Chulvi y Alonso, 2001; Pérez, Moscovici y Chulvi,
2002; Chulvi y Pérez, 2003; Marcu y Chryssochoou,
2005).
Estas investigaciones han puesto de manifies-
to que, a diferencia de otras minorías, los romaníes son
percibidos como seres más próximos al reino animal
que a lo humano.
En Rumanía ejemplo, mientras que el
prejuicio contra los húngaros se expresaba en términos
de atributos humanos negativos (por ejemplo, “hipócri-
ta”), los prejuicios contra los gitanos se expresaban en
términos de rasgos animales negativos (por ejemplo,
“salvaje”). Dado el alto nivel de contacto existente entre
la población mayoritaria y los gitanos, está claro que la
deshumanización no está basada en ideas erróneas o en
la ignorancia por parte de la población mayoritaria. En
realidad, la deshumanización de los romaníes parece ser
un mito legitimador que sirve para justificar un com-
portamiento abusivo de la mayoría hacia esta minoría.
Los pogromos contra los romaníes en Rumania a prin-
cipios de 1990 que terminaron con más de cien casas
quemadas y decenas de víctimas, así como los fre-
cuentes ataques de skinheads, a menudo se justifican
por una parte de los creadores de opinión pública, in-
telectuales y medios de comunicación a través de la
presentación de las víctimas gitanas como especies
infrahumanas (Nicolae 2006). La deshumanización de
los romaníes y otros grupos étnicos tiene un largo
pedigrí histórico, lo que hizo más fácil la ejecución
del genocidio a mediados del siglo XX, y su posterior
olvido.
La resistencia a reconocer (o la negación pura y
simple) el Holocausto Gitano ha ayudado a mante-
ner la marginación de las víctimas gitanas del Ho-
locausto (Nicolae 2005) y el status quo existente,
que coloca a la población romaní en la posición de
no-ciudadanos o parias.
Muchos académicos subrayan la superficialidad del ra-
cismo diferencialista. Por ejemplo, Balibar (1991) escribe:
«los ideólogos neo-racistas no son los teóricos de las
herencias místicas sino técnicos realistas de la psico-
logía social». Según Balibar, sólo en un nivel superficial
el racismo diferencialista «no plantea la superioridad de
determinados grupos o pueblos en relación con otros,
sino ‘solamente’ lo nocivo que puede ser abolir las fron-
teras, y la incompatibilidad de estilos de vida y tradicio-
nes.» Su punto de vista es particularmente relevante en
el caso del antigitanismo, dado que detrás de ese dis-
curso de la diferencia entre las mayorías y los gitanos,
las viejas nociones de jerarquía permanecen intactas,
como lo demuestran las encuestas en Europa (véase