Una de cada tres personas gitanas sufrió racismo en España en el último año, según el último informe del CEDRE

Una de cada tres personas gitanas sufrió racismo en España en el último año, según el último informe del CEDRE [editar]

28 de Marzo de 2025

FSG Igualdad y No Discriminación

Las personas gitanas se mantienen como las más discriminadas en España, según el último informe “Percepción de la discriminación por origen racial o étnico por parte de sus potenciales víctimas en 2024”. Pese a ello, es el grupo que menos denuncias presenta, debido a la falta de confianza en el sistema y, en el caso de las mujeres gitanas, por miedo a sufrir revictimización.

Las situaciones de racismo en comercios y establecimientos hosteleros, el rechazo por parte de propietarios y agencias inmobiliarias a alquilar sus viviendas, o las situaciones de discriminación por parte de la actuación de la policía provocan que la población gitana figure entre los grupos sociales más discriminados en España.

Así lo recoge el informe Percepción de la discriminación por origen racial o étnico por parte de sus potenciales víctimas en 2024, quinta edición del estudio que lleva a cabo el Grupo de Trabajo de Estudios e Informes del Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial o Étnica (CEDRE) para monitorizar la lacra del racismo en España y su impacto en los grupos más vulnerables.

La situación aparentemente mejora con respecto a 2020. En los últimos 12 meses, el 30,3% de las personas gitanas ha sufrido discriminación o ha visto que la sufrían personas a su alrededor. Son 13 puntos menos que en el anterior estudio, pero la diferencia puede explicarse por los cambios en la composición de la muestra, con personas gitanas en mayor medida procedentes de hábitats con alta segregación, “lo que tiende a disminuir su interacción con otros grupos y así a reducir la probabilidad de vivir situaciones de discriminación por motivos étnicos”, aclara el informe. Este tipo de limitaciones obligan a tomar con cautela cualquier dato aislado y fuera de contexto, lo que no resta validez al conjunto de datos agregados, según la cual el rechazo hacia las personas racializadas tiende a aumentar en España.

Las personas gitanas son, una vez más, las que perciben una imagen más hostil por parte del conjunto de la sociedad española. El 89% de las gitanas y gitanos encuestados consideran que su grupo de población es percibido de forma negativa, como personas “poco trabajadoras”, “malas” o “poco de fiar”. En la gran mayoría de los casos se considera que los prejuicios más extendidos sobre la comunidad gitana no hacen justicia a la realidad. De manera análoga, la comunidad gitana es la más crítica de todas con respecto al nivel de respeto a los derechos humanos por parte de la sociedad española (le otorgan una puntuación de 5,6 sobre 10, frente a una media de 6,9).

Ámbitos de la discriminación

En ocho de los doce ámbitos analizados, la población gitana es la más discriminada o una de las más discriminadas, en comparación con los otros ocho grupos étnicos. Los patrones son bastante similares en la mayoría de apartados, pero se agravan de manera significativa en cuatro ámbitos: los casos de discriminación cometidos por vigilantes de seguridad privada, el trato policial (incluyendo el uso excesivo de la fuerza), el hostigamiento por parte del vecindario y la discriminación en entornos abiertos, como tiendas o centros comerciales.

El acceso a la vivienda sigue siendo uno de los ámbitos sociales más propensos a situaciones de discriminación para las personas gitanas, aunque a un nivel similar al del resto de grupos, como sucede también con respecto a la discriminación en el puesto de trabajo. Las gitanas y gitanos son, sin embargo, el grupo étnico con la mayor tasa de desempleo (26,7%), a mucha distancia del resto de grupos estudiados (la media es del 12%, casi idéntica al 12,3% del conjunto de la población en España en el primer trimestre de 2024). También es muy inferior el porcentaje de personas gitanas que trabajan con contrato (40,5%, frente al 54,2% en el conjunto de minorías), debido también a la mayor prevalencia del empleo por cuenta propia. El cuadro de vulnerabilidad se completa al comparar el nivel formativo: el 9% de las personas gitanas encuestadas carecen de estudios (frente al 5,3% del conjunto) y el 33% solo han completado los estudios primarios (frente al 13,6% de media). Estas diferencias alimentan los prejuicios que atribuyen a cualquier persona gitana un bajo nivel de estudios, lo que explica que este colectivo sea igualmente el que mayor nivel de sobrecualificación registra (a las personas gitanas se les asignan tareas por debajo de sus competencias).

En el ámbito educativo, el número de casos de discriminación reportados por personas gitanas con hijas o hijos en edad escolar es similar al del resto de grupos analizados, pero las casuísticas típicas difieren. Las burlas, insultos o episodios de acoso por parte del resto del alumnado son menos frecuentes, mientras que hay más casos de peor trato por parte del profesorado y de situaciones problemáticas con otras familias. Por otro lado, se constata que la etnia gitana es una de las que mayor segregación escolar experimenta en España, lo que indica que, ya desde la escuela, operan mecanismos de segregación.

Una de las principales novedades de esta edición es que incorpora una perspectiva interseccional en varios apartados. En el ámbito de la atención ginecológica, son algo más frecuentes los casos de discriminación entre las mujeres gitanas que en el conjunto de grupos estudiados (13,6% frente al 11%), lo que –según las participantes en un grupo de discusión de mujeres gitanas– les provoca reparos a llevar a sus hijas a estas consultas.

En el apartado de violencia sexual y de género, el 4,8% de mujeres gitanas ha experimentado piropos ofensivos o bromas sexuales de mal gusto, y el 6,1% ha padecido besos o tocamientos no deseados. El 5,4% de las mujeres gitanas encuestadas (el doble de la media) afirman haber sido presionadas, chantajeadas, amenazadas o forzadas a mantener relaciones sexuales. En contraste, las mujeres gitanas son las menos propensas a denunciar (solo lo hizo el 1,5%) o a buscar ayuda. La explicación, a partir del grupo de discusión empleado en el estudio para explicar los datos de la encuesta, es que, cuando denuncian, no se les otorga credibilidad, les tratan con malas formas o incluso les hacen sentir culpables por lo sucedido.

La infradenuncia es, en general, un problema habitual entre la población gitana. A diferencia de otros grupos estudiados, para los que existe una barrera idiomática que desincentiva las denuncias, en el caso de gitanas y gitanos las principales causas son la normalización de las situaciones de discriminación (el 28,7% de las personas encuestadas, por encima de cualquier otro grupo, están de acuerdo con la afirmación “Es normal que pasen estas cosas, es lo que nos toca vivir a mi grupo”), la desconfianza hacia las instituciones (el 23,8% no se fía de la policía o el sistema judicial, mientras que el 13,7% piensa que no sirve de nada denunciar) y la complejidad del proceso (el 14,9% siente que los trámites son demasiado complicados).

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