España es, en la actualidad, el país de
la Unión Europea con mayor número de población gitana,
podría representar alrededor del 8 por ciento de todos los gitanos
europeos, lo cual significa un importante peso específico en el
conjunto de la población europea.
Pero a pesar de ser la minoría étnica más
importante en España y de llevar casi seis siglos de historia en
el país, los gitanos son un grupo cultural que no ha tenido un
proceso de integración social nada fácil y siguen siendo
el colectivo más rechazado en la sociedad española y uno
de los más excluidos social y económicamente.
La población gitana española se puede estimar
en torno a las 600.000 personas (de un total de 40 millones de habitantes).
Los gitanos están distribuidos por toda la geografía, aunque
es en Andalucía donde vive la mayor parte de ellos (cerca del 45%).
La gran mayoría se concentran en las ciudades y, dentro de éstas,
suele haber un gran número de familias en las zonas socialmente
menos favorecidas. Aunque en conjunto sus miembros comparten bastantes
rasgos de identificación común y de reconocimiento recíproco,
conviene destacar la heterogeneidad y diversidad que existe en el seno
de la propia comunidad.
El nomadismo de los gitanos es hoy más una leyenda
que un elemento de su vida cotidiana, ya que los gitanos españoles
constituyen, en general, una población muy asentada, y con residencia
fija; una población que era ya sedentaria en muchos casos hace
generaciones. Sin embargo, la movilidad geográfica, principalmente
la emigración a los núcleos urbanos, constituye todavía
un elemento importante del estilo de vida peculiar de algunas familias
gitanas.
La población gitana es muy joven; los niños
en edad escolar, los adolescentes, y los jóvenes hasta 25 años
son los grupos de edad más abundantes, lo que compensa la falta
proporcional de ancianos y jubilados.
Algunos autores señalan que la esperanza de vida
es en general más baja que en el resto de la población no
gitana. En cuanto a la distribución por sexos hay una supremacía
demográfica masculina.
Otra peculiaridad de los gitanos es la temprana edad de
entrada al matrimonio, lo que se traduce generalmente en un mayor número
de hijos por pareja y una mayor fecundidad de las mujeres, por lo que
el crecimiento demográfico es mayor que entre los payos. Generalmente,
las mujeres gitanas comienzan a tener hijos en la adolescencia y continúan
teniéndolos hasta bien entrada la treintena e incluso la cuarentena,
aunque este fenómeno está cambiando y cada vez se retrasa
más la creación de familias.
La comunidad gitana española se encuentra actualmente
experimentando un importante proceso de cambio y transformación
en todos los aspectos; están teniendo lugar cambios profundos y
adaptaciones en sus costumbres, modos de vida, estructuras familiares,
demográficas y sociales.
Se dice que los gitanos han cambiado más en los
últimos 25 años que en los 500 anteriores, aunque también
los no gitanos (payos) han cambiado en las últimas décadas
más que en varios siglos anteriores. Algunos gitanos de hoy se
parecen, en determinados aspectos de su vida y sus valores, a los payos
de hace unas décadas, aunque muchos están perfectamente
integrados y viven como el resto de la sociedad paya actual.
El cambio cultural es inevitable y a menudo incluso deseable
por los propios gitanos. Este cambio sociocultural que están experimentando
los gitanos, no sucede en todos los grupos y poblaciones gitanas al mismo
ritmo ni en el mismo sentido; algunos gitanos están promocionándose
e incorporándose a los amplios sectores de nuevas clases medias
en España, mientras otros permanecen en los sectores marginales
y periféricos de nuestro país.
El nuevo contexto social está afectando a la construcción
de la identidad gitana, a las reglas de parentesco, a la autoridad y a
sus creencias. Algunos símbolos desaparecen, otros pierden relevancia,
ciertas normas se relativizan y hay valores que se ponen en cuestión.
Por todo ello, no podemos considerar que la comunidad
gitana española sea un grupo homogéneo, ya que no todos
lo gitanos están en situación de marginación o desestructuración
familiar, como a veces se considera. En España conviven con el
resto de ciudadanos numerosas familias en situación normalizada
(viviendas adecuadas, escolarización infantil, trabajo asalariado
)
y también numerosas familias en situación no normalizada
(vivienda precaria, malas condiciones higiénicas y de vida, pobreza,
desempleo de larga duración
).