15 de Diciembre de 2011
La agencia de noticias ICAL envió el 11 de diciembre a diversos medios un reportaje titulado “Luchar por la integración de la comunidad gitana” dedicado a la labor del voluntariado de la FSG en Castilla y León:
Luchar por la integración de la comunidad gitana
La Fundación de Secretariado Gitano trabaja en la búsqueda de la igualdad social y eliminar ciertos prejuicios que aún existen
Ical / Valladolid
Madres, jóvenes estudiantes, amas de casas, jubilados… Edades diferentes, vidas muy distintas, pero en todas existe un denominador común. Todos ellos son de etnia gitana y, pese a vivir situaciones dispares, persiguen un mismo objetivo: luchan por conseguir la plena integración en la sociedad de su comunidad. Ése es también uno de los propósitos que la Fundación Secretariado Gitano persigue desde su creación. Un objetivo que, desde hace algún tiempo, se está reforzando gracias a las labores de voluntariado que se llevan a cabo en las distintas sedes que la Fundación tiene en Castilla y León. En total, unas 18 personas trabajan como voluntarios en la comunidad este año –el programa se desarrolla con periodicidad anual–, casi la mitad de ellas de etnia gitana.
Todas las provincias, a excepción de Ávila y Soria, donde la Fundación Secretariado Gitano no posee sede, apuestan por incorporar a la entidad una dimensión de voluntariado, conscientes de que ésta, por encima de las dificultades, aporta una riqueza importante a la promoción integral de la comunidad gitana, siempre desde el respeto a su identidad cultural. El objetivo no es sólo la integración social del colectivo, sino también hacer partícipe al resto de la sociedad para que entienda la historia y la cultura gitanas.
Por ello, los voluntarios desarrollan tareas de lo más diversas, que van desde el apoyo escolar a labores de acompañamiento o, simplemente, asesorar en situaciones muy concretas sobre qué hacer. Su edad media oscila entre los 16 y los 54 años. No obstante, el voluntariado no se pone límites en este ámbito y en casos como el de Zamora, la Fundación puede presumir de contar con la vasta experiencia de uno de sus más ‘populares’ colaboradores. A sus 63 años, José Salazar ha tenido la oportunidad de vivir el mundo desde el punto de vista gitano y también desde el payo.
Su doble condición de pastor evangélico y de ciudadano de a pie, reforzada por el conocimiento de ambas caras de la misma moneda social le ha convertido en una persona sumamente popular y puede que sin él, el mundo gitano y el mundo payo en Zamora no habrían llegado a entenderse como lo hacen. “Soy voluntario de la Fundación porque sé que sirve para dar un nuevo empuje y un nuevo enfoque al pueblo gitano”, dice. “Los niños deben ir a las escuelas y es bueno que las madres puedan ampliar su formación con cursos. Me gusta que los niños gitanos sepan leer y escribir y por eso ayudo en lo que puedo”, añade.
En el polo opuesto se encuentra Iván Jiménez Bermúdez, un joven salmantino que, pese a tener solo 17 años, tiene muy claro que le gusta defender a los suyos… y los suyos, como él los llama, son alumnos de raza gitana de Primaria y Secundaria que necesitan un apoyo extraescolar. Un par de días a la semana les echa una mano con los deberes y se enfrenta al principal inconveniente de estos niños: la falta de atención. Para compensarla, los motiva marcándoles objetivos a corto plazo con premios inmediatos.
A quienes más se distraen les ofrece la posibilidad de salir a jugar al fútbol si terminan rápido la tarea… y cada día les demuestra que tiene palabra. Confían plenamente en él porque, además, es casi de la familia. “A algunos los conozco desde que nacieron por lo que la relación es muy cercana”, revela mientras se confiesa “encantado” por realizar esta labor desde el curso pasado y ayudar a que los chavales encuentren interesante el hecho de estudiar. Él ya ha decidido que cursará Formación Profesional. Sin proponérselo, es un referente para los más jóvenes.
Ese camino también lo eligió Noemí Duval Fernández, que con solo 20 años, comenzó sus labores de voluntariado en la sede palentina. Ahora, un año más tarde valora positivamente su experiencia, consciente de la importancia de la labor que desarrolla en el apoyo escolar a jóvenes que vivieron su misma situación. Ella decidió seguir estudiando gracias a la ayuda de la entidad y, ahora, se encarga de hacer ver a los chavales la necesidad de seguir formándose.
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