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Bitácora Gitana. 8 de marzo 2022: Las mujeres gitanas en el movimiento por los derechos civiles [editar]

Traducimos un interesante texto para ayudarnos a conocer y comprender el papel de las mujeres gitanas en la lucha por los derechos de su pueblo.

06 de Marzo de 2022
Anna Mirga-Kruszelnicka y Angéla Kóczé. Traducción de Gonzalo Montaño

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Bitácora Gitana. 8 de marzo 2022: Las mujeres gitanas en el movimiento por los derechos civilesLa historia del activismo político gitano se ha narrado tradicionalmente desde una perspectiva heterosexual, masculina. El papel de los hombres se ha magnificado, mientras que los logros de las mujeres se convierten en algo anecdótico. Repasamos el trabajo de muchas de esas lideresas sin las que nada se habría conseguido. Además, traemos música de mujeres luchadoras gitanas y de todo el mundo.

ROMPIENDO EL SILENCIO: LA EXPERIENCIA DE LAS MUJERES GITANAS EN EL MOVIMIENTO POR LOS DERECHOS CIVILES

Texto original de: Dra Anna Mirga-Kruszelnicka y Dra Angéla Kóczé

Traducción Gonzalo Montaño Peña

 

“Why do I write?                                “¿Por qué escribo?

‘Cause I have.                                    Porque tengo 

‘Cause my voice,                                porque mi voz,

In all its dialects,                                en todos sus dialectos

Has been silent too long.”                ha sido silenciada demasiado tiempo.”     

– Jacob Sam-La Rose[1]   



Este poema resuena con la experiencia histórica, social y política de las mujeres romaníes en Europa. Escribir sobre la experiencia de las mujeres en el movimiento por los derechos civiles de los romaníes, podría romper el silencio que se ha impuesto durante siglos. Nos sentimos obligadas a hablar sobre las experiencias de las mujeres romaníes porque “han estado en silencio demasiado tiempo”. El RomArchive es una oportunidad extraordinaria para poner voz, escribir, reclamar y recuperar nuestras voces perdidas en la lucha contra el patriarcado gitano y no gitano y contra los estereotipos y prejuicios asociados a las mujeres gitanas.

Las mujeres romaníes están considerablemente por detrás en la mayoría de las áreas clave de la vida, como el empleo, el nivel educativo o la salud, en comparación con las mujeres no romaníes, pero también en comparación con los hombres romaníes[2]. No solo tienen que enfrentarse al patriarcado gitano y no gitano existente, sino que también tienen que lidiar con el arraigado antigitanismo en sus diversas formas y manifestaciones. Para las mujeres romaníes, las variables de género, raza/etnicidad, nacionalidad (como por ejemplo en el contexto de las mujeres romaníes rumanas inmigrantes), clase, edad y orientación sexual se cruzan y las convierten en un grupo social particularmente vulnerable.

Pero esta no es una historia de victimización; más bien, para algunas mujeres, es una fuente de empoderamiento y resiliencia. A pesar de estas dificultades, las mujeres romaníes disponen de un potencial considerable para generar cambios, no solo dentro de sus propias vidas y comunidades, sino también de manera más amplia.

Conscientes de su estatus social específico, de necesidades e intereses particulares y de los obstáculos que enfrentan en la intersección del patriarcado y el racismo, las romnia[3] han buscado gradualmente su propia voz.

Aunque estas mujeres participaron activamente en luchas políticas y sociales en varios países europeos (por ejemplo, Katarina Taikon en Suecia, Ágnes Daróczi en Hungría, Leticia Mark en Rumania o Nadezhda Demeter en Rusia), no fue hasta principios de la década de 1990 que el movimiento de mujeres romaníes/gitanas comenzó a cristalizar. Fue entonces cuando surgieron las primeras organizaciones de mujeres gitanas: primero en España y más tarde en toda Europa Central y del Este.

El “movimiento Gitanas” –activismo de mujeres gitanas españolas– surgió en 1990 y se desarrolló dinámicamente a lo largo de la década, construyendo una fuerte identidad como un movimiento distinto propio: uno que se distinguía del movimiento romaní impulsado por hombres y de la corriente principal del movimiento feminista en España.

El activismo de las gitanas articuló intereses interseccionales –como mujeres y como miembros de una minoría étnica– que enfrentaban simultáneamente el machismo y el patriarcado, profundamente arraigados en la sociedad mayoritaria española, y el racismo, o más específicamente, el antigitanismo históricamente arraigado, al que la comunidad gitana se ha enfrentado durante siglos.

El movimiento feminista romaní surge como respuesta a la falta de representación existente. Busca una voz que articule las necesidades e intereses colectivos de las mujeres romaníes, ya que, por un lado, el movimiento asociativo gitano, en general, no era sensible a las cuestiones específicas de las mujeres (el movimiento gitano estuvo, y de hecho sigue estando fuertemente dominado por hombres y, como tal, no ha proporcionado el espacio necesario para el diálogo, la participación y la colaboración con las mujeres gitanas). Por otro lado, los movimientos feministas no fueron inclusivos ni representativos de las sensibilidades de las mujeres romaníes; las agendas feministas de los principales movimientos de mujeres no incluían específicamente la perspectiva de las romaníes/gitanas.

Este movimiento encontró inspiración en otras luchas de mujeres pertenecientes a minorías o subalternas. Estas fuentes inspiradoras propiciaron la discusión sobre la intersección del racismo, el sexismo y el clasismo entre otros temas. Además de críticas a la falta de solidaridad y representación de las mujeres romaníes por parte de las feministas blancas.

La erudición de las feministas negras en los EE. UU. tuvo especial repercusión entre las intelectuales europeas romaníes. Varias académicas feministas negras habían articulado la compleja realidad de las mujeres negras en la intersección de raza, género y clase, así como desafiado el concepto de "hermandad global" que no tenía en cuenta las desigualdades raciales y de clase y las políticas de única identidad en el movimiento negro. Para muchas activistas romaníes estos escritos fueron un punto de referencia.

Cada vez más, estas ideas se adoptaron para el uso del activismo político romaní en un intento de desafiar el concepto monolítico de "mujeres romaníes" e introducir narrativas y expresiones más plurales y diversificadas de la identidad política romaní.

Del mismo modo, el concepto de “hermandad global” o universal, sobre el que se había basado el feminismo desde la década de 1970 hasta la actualidad, proclamaba las identidades esenciales compartidas de la feminidad y la opresión de género compartida por el patriarcado. Esta idea feminista global unificadora fue criticada por las mujeres negras y “feministas del tercer mundo”, argumentando que esta visión está privilegiando a las “mujeres occidentales”, blancas de clase media y no presta una atención específica a otras mujeres. Este tipo de argumentos, presentados principalmente por feministas negras, poscoloniales y del “tercer mundo”, han dado forma significativa al lenguaje de las feministas gitanas en Europa.

No obstante, el surgimiento gradual de un movimiento de mujeres romaníes en Europa, como una rama separada del activismo político romaní, no se limitó exclusivamente a las élites o a las mujeres romaníes con educación superior. Podría decirse que existe una conciencia conjunta que evocó el activismo de las mujeres romaníes: la de una identidad colectiva preexistente como mujeres y como romaníes, la autoconciencia de su situación de desventaja y los múltiples desafíos que enfrentan como mujeres y como miembros de una minoría estigmatizada. El discurso de las activistas romaníes resuena ampliamente entre las mujeres romaníes, sin tener en cuenta la clase y la situación socioeconómica, la edad y el nivel de educación formal.

La lógica de esta lucha, situada en la intersección de la igualdad de género y las agendas antirracistas, condujo a la cristalización de un marco colectivo bien articulado. Las organizaciones y las lideresas gitanas adoptaron el concepto de feminismo como una razón fundamental para su propia emancipación y autorrealización, pero lo adoptaron de forma crítica, adaptando el enfoque del “feminismo blanco” a los valores y tradiciones de las comunidades romaníes/gitanas, dando paso al establecimiento del “feminismo romaní”.

 

Pero, el proceso de surgimiento y evolución del movimiento de mujeres romaníes (tanto en contextos nacionales como internacionales) no estuvo exento de tensiones y desafíos. A pesar del apoyo y aliento de muchos hombres gitanos, desde su inicio ha encontrado críticas referentes a la supuesta fragmentación de las estructuras asociativas gitanas en función del género, en referencia a aquellas iniciativas que tienden a excluir a los hombres de la participación; críticas que también fueron comunes a nivel europeo cuando surgió el movimiento por los derechos de las mujeres romaníes[4]. De hecho, “a pesar de los poderosos potenciales de las mujeres romaníes para desafiar las estructuras patriarcales más amplias de la sociedad, existe una división entre el enfoque en la 'etnicidad' y el enfoque en la intersección de las perspectivas de género y de las mujeres de 'género' y 'etnicidad'. pertinente al movimiento gitano”[5]. Además, las diversas formas y discursos de las mujeres activistas gitanas no son homogéneos. Se pueden detectar narrativas en competencia u opuestas no solo entre diferentes posturas del “feminismo romaní” sino, lo que es más importante, entre géneros.

No obstante, el aumento de la visibilidad y la prominencia de las voces de las mujeres romaníes, que articulan preocupaciones y problemas derivados de sus roles y posiciones de género, etnia y clase entrecruzadas, es un hecho indudable. En el ámbito del activismo político, el creciente y proliferante número de organizaciones y mujeres gitanas líderes en toda Europa es una señal de este desarrollo. Las mujeres gitanas están ocupando notablemente roles y posiciones importantes: por ejemplo, ha habido más eurodiputadas gitanas que hombres (Lívia Járóka, Viktória Mohácsi y Soraya Post). No obstante, la prominencia de la voz de una mujer gitana no se restringe exclusivamente al ámbito del activismo político. En el mundo académico, los últimos años también han sido testigos de un desarrollo dinámico de las mujeres académicas romaníes (por ejemplo, la Dra. Ethel Brooks, la Dra. Magda Matache, la Dra. Petra Gelbart o la Dra. Ana Giménez Adelantado). Las mujeres romaníes también han surgido con voces fuertes y destacadas en diferentes áreas de las artes y la cultura, y muchas de ellas abordan explícitamente los problemas relacionados no solo con su origen étnico sino también con su condición de mujeres romaníes (por ejemplo, Selma Selman, Mihaela Drăgan, Delain Le Bas, Tímea Junghaus o Erika Lakatos). Muchas de ellas están a la vanguardia no solo de las comunidades romaníes, sino también como pensadoras y productoras contemporáneas.

Las sensibilidades que surgen de la intersección de las experiencias racializadas vividas por las mujeres romaníes pueden revelar y articular cuestiones que van más allá de la difícil situación específica de los derechos de los y las romaníes. Más bien, ayuda a exponer la dinámica de la misoginia, las culturas patriarcales y paternalistas de las sociedades dominantes, por un lado, y la intolerancia, la xenofobia y el racismo que afectan a nuestras comunidades, por el otro.

 Texto original: https://blog.romarchive.eu/breaking-the-silence-romani-womens-experience-in-the-romani-civil-rights-movement/ 

1] Cited by Grada Kilomba (2010). Plantation Memories: Episodes of Everyday Racism, UNRAST- Verlag, Münster. p. 12.

[2] Cukrowska E., Kóczé A. (2013). “Interplay between gender and ethnicity: exposing structural disparities of Romani women”. Analysis of the UNDP/World Bank/EC regional Roma survey data. Roma Inclusion Working Papers. Bratislava: UNDP

[3] En romanés, mujeres gitanas.

[4 Ver : Roma Rights Journal 4, 2006: Romani Women’s Rights Movement

[5] Jovanovic J., Kóczé A., Vincze E. and Zentai V. (forthcoming). “Introduction”. In A Reflexive History of the Romani Women’s Movement: Struggles and Debates in Central and Eastern Europe, edited by Jovanovic J., Kóczé A., Vincze E. and Zentai V



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