08 de Septiembre de 2020
Manuel Martínez Martínez
La figura de Marianet, olvidada y hasta vilipendiada, constituye un ejemplo de superación: primero, por conseguir superar un pasado traumático; en segundo lugar, por crecer culturalmente y autoformarse en la ideología anarquista. Por último, por saber aprovechar las oportunidades que se le fueron presentando hasta alcanzar la Secretaría General del Comité Nacional de la CNT en plena Guerra Civil.
Su empeño por anteponer la victoria sobre el fascismo a través de la «unidad de acción» de sindicatos y partidos le hizo renunciar a parte de sus ideales libertarios y le indujo a cometer frecuentes controversias, causadas por las diversas concesiones que hubo de realizar para alcanzar dicha unidad, motivo por el que por muchos de sus camaradas le acusaron de traidor.
Mariano Rodríguez Vázquez nació en la barriada barcelonesa de Hostafrancs en 1908. Sus años de niñez fueron bastante tristes. Huérfano de madre a los nueve años, su padre, nada más contraer segundas nupcias se deshizo de él y lo recluyó junto a su hermano, en la Escuela de Reforma Asilo Durán. Cuando consiguió escapar de los malos tratos que recibía en dicha institución, sobrevivió en la calle mendigando y cometiendo pequeños hurtos, que le hicieron frecuentar la cárcel.
Fue en prisión donde acabó absorbiendo la ideología libertaria y siendo consciente del problema social, “en orden de colectividades y movimientos rebeldes”, que le acabó integrando en la FAI en 1931, a partir de cuyo momento, se implicó de lleno dentro del sindicato de la Construcción, en una meteórico ascenso dentro del movimiento anarquista, salpicado por varias detenciones debido a su gran activismo.
A finales de 1932 fue nombrado secretario de su sindicato, y presidente al año siguiente. En 1934 participó intensamente en la huelga de la Construcción, por lo que fue nuevamente detenido. Finalizada su etapa como presidente del sindicato, fue destinado al Comité Pro Presos, volviendo otra vez a pasar tres meses como detenido gubernativo.
A su salida fue elegido por la Federación Local de Sindicatos sin abandonar su actividad clandestina, hasta que el Consejero de Gobernación Josep Dencás, por considerarlo un destacado anarquista, ordenó su prisión el 4 de octubre de 1934, permaneciendo once meses como detenido gubernativo. A su salida de prisión fue designado en septiembre de 1935 para formar parte del Comité Regional de la CNT, y dos meses más tarde, elegido como su secretario. Un cargo que ocupaba cuando estalló la Guerra Civil. Durante algo más de cuatro meses se mantuvo en la Regional de Cataluña, hasta que a finales de noviembre fue nombrado Secretario General del Comité Nacional de la CNT.
Marianet se mostró siempre muy celoso de su intimidad. Sus camaradas de la sección a la que pertenecía como peón de albañil, solo conocían del «rey gitano del sindicato de la construcción» como le conocían, sus actividades de cinco años atrás. Un misterio que no quiso desentrañar, quizá en un intento de borrar todo recuerdo de su padre, cuyo apellido lo redujo una simple “R.”, pasando a llamarse Mariano R. Vázquez, con el cual firmaba
Derrotados los militares en Barcelona el 19 de julio de 1936 por los anarquistas. Se inició de forma espontánea una revolución social, pero la CNT decidió paralizarla para tomar como objetivo principal: ganar la guerra, por considerar que si ser perdía, no habría posibilidad de completar la revolución. Un paso que se consideró imprescindible, y que llevó a la CNT a participar en los gobiernos catalán y estatal, a fin de que el sindicato no perdiera poder ante el acaparamiento de ministerios por parte de comunistas y republicanos, así como garantizarse el reparto de las armas enviadas por su Rusia y el nombramiento de mandos militares anarquistas.
Como justificación a esta política, tan contraria a los ideales libertarios, Marianet y el resto de la cúpula cenetista, pretendieron convencer a los militantes antiestadistas, que el Gobierno de la República era una parte más de un régimen revolucionario, con el que también se podrían alcanzar las metas del anarcosindicalismo.
No todos estuvieron de acuerdo con el paso dado. Muchos consideraron esta decisión como una traición a las aspiraciones anarquistas; y, cuando con ocasión de los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona, el descontento de las bases aumentó cuando Marianet, junto García Oliver y Federica Montseny, pidieron el cese el fuego. Una decisión que reforzó las ambiciones comunistas y que acabó marginando a la CNT, tanto en la toma de decisiones nacionales como en los mandos militares.
Los esfuerzos de Marianet por superar al Frente Popular y conformar un nuevo Frente Popular Antifascista, como por lograr una unidad de acción para ganar la guerra, fueron inútiles, a pesar de conseguir, tardíamente, la unión sindical entre la UGT y la CNT. La falta de apoyo del proletariado internacional, el bloqueo de material de guerra y materias primas, completaron la división interna de la República. Todo contribuyó en el desarrollo de la crisis económica y el hundimiento de los frentes. A pesar de ello, Marianet continuó hasta el último momento con la esperanza de que la situación se podía revertir, realizando continuos llamamientos a la unidad y a la resistencia. Una actitud que suscitó nuevas críticas entre sus propios camaradas, por su empeño en apoyar al Gobierno de Negrín. En realidad, Marianet se habían convertido en un preso de sus continuas cesiones para evitar la desunión y el estallido de otra guerra civil, esta vez dentro de la misma República.
Una vez en el exilio, el 14 de abril de 1939, ya en París, pretendió solucionar el problema de la duplicidad representativa confederal existente en el exilio, para lo que consideró necesario disolver el Comité Nacional del Movimiento Libertario con base en Toulouse, y crear en su lugar, el Consejo General del Movimiento Libertario con sede en la capital londinense bajo la autoridad de la CNT española, por lo que Marianet fue nombrado su presidente, cargo que ostentaba a su muerte dos meses más tarde. También contribuyó en la creación del SERE -Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles-.
Marianet destacó por su capacidad de trabajo, su responsabilidad y su compromiso con las decisiones del Comité Nacional. Un obrero incansable, siempre dispuesto a afrontar los problemas para darles solución, desde la gestión de compras de material bélico, camiones y demás productos elaborados, hasta la adquisición de todo tipo de materias primas, especialmente papel, esencial para la lucha propagandística a través de panfletos, carteles, revistas y libros.
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Manuel Martínez Martínez es almeriense, profesor e investigador de la Historia Social de la España en la Edad Moderna. Doctorado en Universidad de Almería con la tesis "Los forzados de marina en el SXVIII. El caso de los gitanos". Cuenta, además con numerosas publicaciones entre las que destacan sus trabajos sobre la Gran Redada o como él mismo ha denominado el "proyecto de exterminio del Pueblo Gitano 1749". Aquí podemos ver todas sus publicaciones
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