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El Tatuaje Que Más Duele se sube a escena a ritmo de cabaret [editar]

El vibrante espectáculo musical “Les Follies: París-Berlín-Nueva York” se suma a la campaña contra la discriminación

22 de Diciembre de 2016
FSG

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El Tatuaje Que Más Duele se sube a escena a ritmo de cabaretCrónica del espectáculo musical "Les follies: París-Berlín-Nueva York", de la compañía de Cristiane Azem, que se sumó a la campaña contra la discriminación "El Tatuaje Que Más Duele" el pasado 16 de diciembre en el teatro Alfil de Madrid.

Bambalinas del Teatro Alfil, en pleno centro de Madrid. Es viernes noche. Dos horas antes del comienzo del vibrante Les Follies: Paris-Berlín-Nueva York. Un laberinto de escaleras y pasillos para acceder a los camerinos del Alfil, donde Cristiane Azem, directora y coreógrafa, se rodeada de su equipo, la gran mayoría mujeres. Es la compañía que esa noche transportará al público a finales del XIX en un recorrido musical por la evolución del burlesque:  belle epoque parisina, charlestón, cabaret berlinés, music hall… El siglo XX a ritmo de música, baile y diversidad. 

La coreógrafa da las últimas instrucciones técnicas. Habla de felicidad escénica, de saber y hacer vibrar, de la adrenalina del espectáculo. Y explica por qué la compañía se suma esa noche a la campaña El Tatuaje Que Más Duele, que ha lanzado la Fundación Secretariado Gitano para combatir la discriminación hacia la comunidad gitana. Invita a las artistas a lucir  unas especiales pegatinas, a modo de tatuaje, con el lema “El prejuicio es el tatuaje que más duele”.  “Porque el prejuicio nos afecta a todos en algún momento, también a las mujeres, a las bailarinas. A mí, por brasileña, árabe, inmigrante, mujer…”.

Entre vestidos de lentejuelas, tacones y plumas… las bailarinas calientan, estiran los músculos, hacen muecas … y charlan sobre la música que suena en ese momento y también sobre los prejuicios que algunas de ellas sufren en su día a día a través de las redes sociales.

Son las diez y cuarto de la noche. El Alfil abre sus puertas. Comienza el espectáculo. El espectador viaja hasta el Gato Negro, el cabaret del bohemio barrio de Montmartre; después experimenta la locura (de ahí el nombre de Les Follies) de los años 20, el charlestón; siente la sordidez del cabaret berlinés, las muñecas rotas; los ritmos militares…; y se contagia del swing, se mueve con el rock and roll…

Las artistas interpretan a personajes emblemáticos como Marlene Dietrich, Betti Page, Marilyn Monroe, Madonna… que aparecen en una escena colorida, con un vestuario exquisito, luciendo los tatuajes en diferentes escenas: una bailarina con cancán lo muestra en el brazo; otra vedette, en el pecho; otra más en la espalda;  un bailarín lo coloca en el objetivo de una antigua cámara fotográfica; otra lo deja entrever tras las medias de rejilla, bajo un vestido de tul…

 

El ritmo no cesa, coreografías perfectas; las escenas vibran y el espectador disfruta. Aplausos. Fin del espectáculo. Cristiane Azem sube a escena y explica a la audiencia qué significan esos “tatuajes” sobre la piel de las artistas. "Estamos hoy haciendo una campaña con el Secretariado Gitano para concienciar a la gente contra el prejuicio, porque el prejuicio es el tatuaje que más duele. El Secretariado Gitano está luchando para que respetemos y entendamos la diferencia de la comunidad gitana. Todos somos iguales a pesar de las diferencias. El tatuaje que llevamos en el pecho es para arrancar esas etiquetas de nuestra piel". Ovación.
Al final, es arte -en este caso música y baile- a favor de la diversidad.

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