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La gitana en mí [editar]

Traducción del artículo de Cristiana Grigore publicado en The New York Times en 2012

02 de Julio de 2016
Cristiana Grigore. Traducción de Miguel Ángel Vargas

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La gitana en mí

Compartimos la traducción de un artículo de Cristiana Grigore, que publicó The New York Times hace ya unos años y que celebra la posibilidad de dar voz a una persona gitana que decide afirmar públicamente su condición étnica en un contexto internacional y académico.
Pueden seguirla en Twitter: @cristiana_grg

Este artículo traducido forma parte de "Bitácora gitana. Recorridos culturales por la diversidad" un microsite de temática cultural iniciado en 2016 por la Fundación Secretariado Gitano, coordinado por Miguel Ángel Vargas Rubio.

La gitana en mí, por Cristiana Grigore (21 de junio 2012)

Soy Roma [1], pero durante muchos años he negado mi origen por temor a que me dijeran “gitana”. Crecí en Rumania, donde uno de los significados de Tigan - tzigane, Zigeuner, cigány, Cigan, "Gypsy" en otros idiomas europeos – es “persona que participa en actividades peligrosas o ilegales". El nombre proviene de una palabra griega medieval que significa "intocables", y los derivados - como "gypped [2]" o "gypsy cab [3]" - refieren a robo y el engaño.


Mis padres y abuelos eran muy conscientes de los estereotipos negativos sobre los gitanos como ladrones y pedigüeños, y se esforzaron en protegerme. Cuando era pequeña, mi madre me vestía con colores pálidos y me cortaba el pelo corto, para que no pareciera gitana. Mi padre me advirtió de que nunca robara y me juntara siempre con gente inteligente. Puedo entender por qué mi abuelo, un herrero, estaba tan orgulloso de haber comprado un "rincón del pueblo" y haber construido casas para sus hijos. Mi abuela era curandera - no con poderes mágicos, sino como voluntaria llevando a la gente a los mejores médicos de la capital.

Aún así, todos estos esfuerzos no consiguieron detener a los padres de mis compañeros de clase al echar en cara a mi maestra de primer grado el haberme puesto la nota más alta, a mí, una gitana. Eso confirmó la creencia de mi abuelo de que no sirve de nada actuar "como si fueras un funcionario del Ministerio", como diría él, ya que "no hay tal cosa como un maestro gitano, un sacerdote gitano o un abogado gitano". Él también quería ser ​​como "los otros", pero también era consciente de los límites invisibles que mantenían a los gitanos separados.

Crecí creyendo que era mejor no ser gitana, pero sin embargo tampoco podía pertenecer plenamente a la sociedad "normal". Aprendí que no debía ser la mejor en clase. Como un avestruz, enterré mi cabeza - en los libros. Me pasé horas leyendo y soñando con descubrir otro mundo. Quería, desesperadamente, vivir una vida diferente, y esperaba el momento adecuado para "escapar".

Mis sueños de infancia comenzaron a hacerse realidad en 2006, cuando viajé a Estados Unidos - mi primer viaje al extranjero. A los 22 años, un nuevo mundo se abría para mí, lleno de libertad, aventura, romance y belleza. Conecté inmediatamente con gente de todo el mundo, sintiéndome como una de ellos. Asistía a bodas y recepciones, llevaba vestidos a la moda, admiré los rascacielos de Nueva York, exploré los museos de Washington y visité mi primer campus universitario americano. Sentí la brisa salada del Atlántico y respiré el aire de las montañas de los Apalaches. Me sentía como Alicia en el país de las maravillas (o como la Gitana en el País de las Sueños). Un amigo músico, Nelson Emokpae, me escribió una canción - el estribillo era: "Princesa, ¿quién eres tú?".

Me alojé tres meses. Justo antes de regresar a Rumania, hubo un incidente con la desaparición de un dinero. Aunque nunca fui acusada, el temor de que podría ser sospechosa de robo me puso a la defensiva y en una montaña rusa emocional. No esperaba este incidente y, en un momento de descuido, la imagen reprimida de los gitanos ladrones y pedigüeños que siempre había mantenido en el armario, se desató.

Verme reflejada en esa vergonzante imagen me aterrorizó. Estaba confundida y sentí una necesidad de explicar mi reacción. Fue entonces cuando salí. No podía dejar de llorar cuando dije, por primera vez, "Soy gitana" - a mi amigo Harley Flack, primo de la cantante Roberta Flack. Como hombre negro, conocía bien el impacto de los estereotipos negativos. Durante muchos años me había mantenido alejada de los "gitanos", lo que me dejó sin saber quién era yo. Pero su apoyo, junto con las muchas experiencias positivas que he tenido en Estados Unidos, me dio fuerzas para solucionar mi identidad.

Pronto llegué a entender que "Gitano [4]" no sólo connota la mendicidad y el desarraigo, sino también la fantasía, la desgarradora música de un violín y la libertad. En Nashville, donde voy a la universidad, o en Nueva York, donde voy a menudo, la gente no sabe mucho acerca de los gitanos y por lo general no han conocido ninguno. A menudo presuponen que debo tener un estilo de vida guay, sin preocupaciones, como Esmeralda en El jorobado de Notre Dame. Esta es la imagen romántica de los Gitanos - gente misteriosa que deambula por el mundo en caravanas y viven en un caos de colores. Sus hijos corren descalzos en la tierra, sus muchachas llevan vestidos de colores brillantes y lucen largas melenas, y las ancianas leen el futuro. La historia gitana está escrita en canción, y la pluma es el arco del violín. Es una imagen popularizada en películas como la de la era soviética de Emil Loteanu, "La Reina de los Gitanos", cuyos héroes son libres como el viento: Zobar es un ladrón de caballos audaz y valiente; Rada, su amor, hechiza a los hombres con sus ojos oscuros y un baile tempestuoso. Aquello me hizo sentir interesante y exótica.

Pero la otra imagen, aquella de la que mis padres trataban de protegerme, no quedaba lejos: En El tiempo de los gitanos (1988) de Emir Kusturica, el sórdido mundo subterráneo de los ladrones gitanos hacía que mi corazón se apenara. El joven Perhan, el héroe, sueña con una casa y una vida honesta, pero está atrapado en actividades delictivas; él es el eterno gitano marginado.

Hace aproximadamente 700 años, cuando los Gitanos [5] entran por primera vez en Europa, las gentes asumieron que aquellas personas de piel oscura venían de Egipto - de ahí lo de Egipcianos. En realidad, originalmente llegaron desde el norte de la India, y Roma es como se llamaban a sí mismos.

Lo exótico de su cultura y la resistencia a la asimilación de estas personas deambulantes les llevaron a una discriminación generalizada y a la persecución, lo que contribuyó a la amplia dispersión de los gitanos por toda Europa. Fueron esclavizados en los principados de Valaquia y de Moldavia (actual Rumania) desde el siglo XIV hasta el siglo XIX, y asimilados a la fuerza por los comunistas. Al mismo tiempo, los Roma trataban de proteger sus costumbres y tradiciones moviéndose de un lado a otro, reforzando así su imagen como nómadas. La discriminación y la presión para ser asimilados continúan hasta hoy día: en diciembre pasado, la afirmación de una chica italiana que había sido violada por gitanos, posteriormente desmentida por la propia chica, llevó a una turba a incendiar un campamento gitano en Turín; el año anterior, el presidente Nicolas Sarkozy ordenó la expulsión de gitanos ilegales de Francia.

Las estimaciones del número de Roma varían bastante, de 8 millones a 12 millones, en parte debido a que los Roma no siempre registran su origen étnico. Siglos de vivir en diferentes países les han dejado con una diversidad de lenguas y religiones, incluso dentro de una sola región y sólo una minoría habla hoy día sólo romanés. Los grupos más numerosos de Europa están en Rumania, Hungría, la antigua Yugoslavia, Bulgaria, la República Checa y Eslovaquia; hay grandes poblaciones en Francia, Italia, España, Rusia y Estados Unidos.

Mi familia no hablaba romanés ni seguía el estilo de vida nómada. Sin embargo, mi abuelo era herrero, una ocupación común entre los gitanos. La piel clara de mi madre me permitió ocultar mis raíces, pero mi padre, cuya piel más oscura habría llamado la atención, evitaba pasar cerca de mi escuela.

Trabajaron duro para que yo pudiera tener una educación - mi madre recogió basura y limpió escaleras mientras mi padre era soldador - y me permitieron asistir a la universidad en Estados Unidos, en Vanderbilt, donde estoy ahora.

Hoy en día, la mayor parte de los gitanos viven asentados, al igual que mi familia, pero aún no han encontrado su lugar en el mundo. La mayoría de los gitanos no pueden encontrar un trabajo, una vivienda digna o una atención médica decente. Muchos niños y niñas gitanos no asisten a la escuela. Según un informe de UNICEF de 2011, sólo alrededor de una quinta parte de los niños gitanos en Europa asisten a la escuela primaria. Y muchos de los que van, son intimidados y no sueñan con convertirse en profesionales o ganar premios.

Muchos gitanos siguen deambulando. Algunos lo hacen porque establecerse significaría perder su medio de vida; otros porque no tienen ningún lugar a donde ir. Siendo las personas más pobres y estigmatizadas en Europa, no tienen más remedio que permanecer en la periferia. Cualesquiera que sean las ventajas de un asentamiento permanente, son pequeñas comparadas con las necesidades inmediatas.

Ahora sé que es por eso que siempre he negado mi identidad étnica: al igual que muchos gitanos sedentarios, no quería ni encajar en los estereotipos ni luchar contra ellos. Y puesto que declaré mi identidad hace tres años, son muchos los parientes y amigos, tanto en los Estados Unidos como en Rumania, que me han dicho que no soy "ese tipo de gitana", o que yo debería "superar" mis exploraciones étnicas porque van a limitar mi desarrollo posterior.

Sin embargo, muchas de estas mismas personas también ven a los "Gitanos" de la misma forma en que George Gershwin hiciera en aquella canción: "Tú y sólo tú, sacas lo gitano que hay en mi” [6], por lo que me siento orgullosa de gritar, ¡Soy una gitana de verdad! Mi vida es tan completa y hermosa como la gitana que imaginas!". Hoy en día, si alguien tratara de insultarme llamándome gitana, me reiría y lo tomaría como un cumplido.

Creo firmemente que conseguiremos deshacernos del estigma, no suprimiendo el gitano que hay en nosotros, sino acercando la belleza gitana, el misterio y la libertad a la antigua nación Romani [7], lo que nos permitirá mantener nuestra extraordinaria cultura y tomar nuestro lugar en el mundo. Somos las arquetípicas y multinacionales "personas sin fronteras": multiculturales, por definición, podemos contribuir a la construcción de la identidad del siglo XXI.

El orgullo de ser gitana libera a la gitana en mí. Se expresa a través de toda la gama de emociones. Me da el coraje y me da el poder: no hay límites para desarrollar mi potencial y llevarlo al más alto nivel. Me hace renegar de las convenciones absurdas. Abro las puertas contando historias, y dejo que el encanto y la creatividad sean parte de mi vida. Hago ballet, pero voy a unirme a una danza gitana en cualquier momento. Mi pelo es largo y, a veces, me pongo colores brillantes; se ven bien con mi piel oscura.

 
NOTAS: 

[1] N. del T. En este caso, es oportuno, creemos, el no traducir la palabra Roma por gitana.

[2] Gypped: literalmente, sería “agitanado” pero el sentido en inglés tiene que ver con cuando una persona te engaña.

[3] Gypsy cab: es la forma en que se conocen en varias ciudades norteamericanas los taxis que no están regulados ni suelen tener taxímetros.

[4] Gypsy en el original.

[5] La autora usa, aquí sí, los Roma.

[6] Popular canción de jazz de 1928: https://en.wikipedia.org/wiki/Embraceable_You 

[7] En el original: Romani nation.

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