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La vida rosa y gris de Leonarda Dibrani [editar]

El presidente de la FSG, Pedro Puente, le entregó el 3 de junio el Premio Fundación Secretariado Gitano 2013 en Mitrovica (Kosovo)

04 de Junio de 2014
FSG - Lucía Petisco

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La vida rosa y gris de Leonarda DibraniEl presidente de la FSG, Pedro Puente, entregó el 3 de junio a Leonarda Dibrani el Premio Fundación Secretariado Gitano 2013 en Mitrovica (Kosovo), la ciudad donde la estudiante fue deportada el pasado otoño tras ser sacada de una excursión escolar en Francia.

Leonarda Dibrani, la joven gitana que residía en Francia cuando la policía la sacó de un autobús escolar para deportarla al lugar de origen de su padre, nos recibe en el centro de Mitrovica, una ciudad de Kosovo que todavía no ha curado las heridas de la guerra.

El presidente de la Fundación Secretariado Gitano, Pedro Puente, y otros dos trabajadores hemos viajado allí para entregarle el Premio FSG 2013. Este galardón pretende simbolizar la lucha contra la discriminación de gitanos como Leonarda y apoyar a una joven que se ha convertido en un símbolo frente a instituciones y países europeos nada sensibles con la población gitana en Europa. Pedro Puente le resumía así el galardón: “La FSG concede un premio anual para alguna persona que se haya destacado en la defensa de los derechos. Pensamos que tú defendiste con mucho coraje tus derechos ante las autoridades francesas y ojalá en el futuro puedas seguir estudiando y seas una gran líder en Europa”.

En un salón modesto donde entran los sonidos de una ruidosa Mitrovica, nos habla de su vida en Italia, donde nació, y sobre todo de sus cuatro años en Francia. Habla del trayecto de 20 kilómetros para llegar al instituto, del internado donde se quedaba de lunes a viernes, de su vida con los manouches franceses, de sus amigos, muchos extranjeros –“me gusta estar con extranjeros porque aprendes mucho de otros”-, de su pasión por la poesía, de sus profesores... Como cualquier joven de 16 años habla mucho de sus amigos, los que ha dejado en Francia. También nos cuenta cómo fue su detención, cómo la policía detuvo el autobús escolar para deportarla con su madre y sus hermanos a Kosovo, porque habían agotado todos los recursos posibles para prolongar su estancia en Francia. “¿A otro niño le hubieran hecho lo mismo? No son los demás los que tienen que hacer leyes especiales para Leonarda, sino aplicar las mismas leyes que a todos”, dice tajante. Y muestra su deseo de volver a Francia “para demostrar que no he hecho nada malo”. "No sé si esto me pasó por ser gitana, pero sí sé que los gitanos no gustamos a muchos franceses", añade.

Cuenta su historia pero sobre todo cuenta con una madurez pasmosa su deseo de convertirse en defensora de los Derechos Humanos: “Me gustaría ser abogada, y defender a todos los que están sufriendo, como yo ahora, a gente de distintos lugares, gitanos, y no gitanos. Prefiero escuchar a hablar, y quiero escuchar el dolor de otros, ayudarles y darles la fuerza para que luchen. Me indigno cuando veo casos de racismo”. A Leonarda le gusta también escribir; poesía… y seguramente también su propia historia algún día.

Leonarda habla también de lo injusto de estar en Kosovo, un país del que se siente ajena, que su padre abandonó de niño, y que la familia observa con miedo y recelo. Y recuerda su vida y sobre todo su instituto. Leonarda era una buena estudiante en Francia, es francófona –habla también italiano y romaní, que es su lengua materna–, aprendía rápido, era delegada de su clase y relata con orgullo cómo le animaban sus profesores. Habla de un trabajo escolar sobre el racismo sobre la figura de Martin Luther King, y de la importancia de la educación. “He discutido con muchas niñas porque no iban a la escuela. Yo les decía, apúntate y ven conmigo que yo te llevo, ¡no ves que es importante para tu vida, que si no es perder oportunidades!”.

Leonarda afronta el futuro con incertidumbre. En Kosovo no está escolarizada, ni conoce el idioma, la familia apenas hace vida fuera de su apartamento. Lo resume así: “En Francia, la vida era rosa, aquí es gris”.

Ojalá su historia cambie de color. Leonarda es un claro ejemplo de las difíciles condiciones de vida de muchos gitanos que tratan de encontrar un futuro pero que se ven relegados a convertirse en ciudadanos de segunda, a transitar de un país a otro y no poder ejercer derechos tan esenciales como el de la educación, ante la pasividad de administraciones e instituciones europeas.

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