09 de Julio de 2013
FSG Zaragoza
Durante todo el mes de julio las aulas de la Fundación en Zaragoza se han convertido en mares, circos, carnavales, talleres de artistas y pista de baile y juegos. Doce niños y niñas han estado jugando, contando cuentos y haciendo talleres entregados a una paciencia, una constancia y una creatividad sin límites.
Usuarios habituales de las aulas en programas de refuerzo educativo, este grupo de niños y niñas han experimentado otra forma de relacionarse, de trabajar y de experimentar a través del juego y los talleres.
De las baterías de juegos, al final de las Colonias les contaban a sus familiares en un vídeo los favoritos: jugar a la red, a jirafas y elefantes, jugar al vóley manta o al cartero. Al principio, fueron desafíos y una vez dominadas las reglas, pasaron a convertirse en espacios infinitos de relación.
Colonias de verano en Zaragoza
Algunas de las muestras de esa capacidad artística y estética que pusieron en marcha con sorprendentes resultados son las cariocas multicolores y de vertiginoso vuelo, las máscaras de escayola que daban miedo antes de pintarlas, los puzzles en blanco donde plasmar nuestros dibujos favoritos para jugar, las coreografías de funky que nos enseñó Maikel o las pinturas de conocidos pintores gitanos que plasmaron en gran formato con Marta.
Las señas de identidad del pueblo gitano, especialmente la bandera y la historia de su origen, han sido otra de las constantes de trabajo. Del asombro inicial de que “¡la bandera de los gitanos tiene muchos años... por lo menos, cuarenta!”, pasaron a inventarse interpretaciones de por qué la bandera gitana tiene cielo, tierra y rueda… Construyeron banderas de países imaginarios de gitanas y gitanos; encontraron dónde estaba la India y calcularon cuánto tiempo tardas en venir andando desde allí. Y concluyeron que al principio de los tiempos el pueblo gitano “viajaba en tortugas, luego se inventaron los carros y fueron caminando hasta llegar a España”. Se dieron cuenta que se tardaba más en llegar porque paraban para descansar, para vender y comerciar… “y que ahora vivimos aquí”.
Y viviendo aquí, fueron a las Colonias yendo a visitar La Calle Indiscreta, un aula de medio ambiente urbano, como experimento final del trabajo en equipo. Y para celebrar, hicieron una gran fiesta donde jugaron a nuestros juegos favoritos (la red y los palos chinos) con padres y madres.
Colonia de verano en Zaragoza
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