A FONDO

ANA GIMÉNEZ ADELANTADO

 

Contexto sociopolítico y cultural
Los españoles gitanos

 


 

Ana Giménez Adelantado, profesora del Departamento de Filosofía y Sociología de la Universidad Jaume I de Castellón, es la autora de este trabajo que fue presentado en la Comisión Político-Social del Congreso de los Diputados a finales del mes de Mayo, en cuyo seno se acaba de constituir una Subcomisión encargada de analizar el tema gitano.
Aunque no se trata de un artículo de pensamiento en sentido estricto, ya que fue elaborado con otra intención, por su temática, actualidad y el valor añadido de estar escrito por una autora gitana, hemos considerado interesante aprovechar esta sección de la revista para difundirlo.

 

Parece existir un amplio consenso entre los historiadores sobre el primer documento histórico que refleja la llegada de grupos gitanos a España. Es el príncipe Alfonso, que más tarde sería "el Magnánimo", quien otorga una carta de paso a un grupo de gitanos en Barcelona en 1425.
Desde esta fecha hasta la actualidad, la historia de los gitanos ha sido una historia oculta e infravalorada, tan sólo al alcance de algunos eruditos. Aunque las investigaciones y los trabajos históricos son escasos y en muchos casos parciales, podemos señalar que se trata de una historia marcada por la persecución institucional, por las torturas y la exclusión, y por los intentos constantes de asimilación de una minoría diferente que ha potenciado secularmente sus recursos para sobrevivir. Supervivencia física y cultural. Ésta ha sido su consigna.
Detenernos en una larga secuencia histórica excede el marco de esta reflexión. Baste con decir que esta larga trayectoria sufre una inflexión definitiva con la Constitución Española de 1978. Es a partir de este momento cuando todos los españoles y especialmente los gitanos tienen, aunque muchos no lo perciban, un nuevo marco sociopolítico que al menos a nivel institucional les abre las puertas de la sociedad.

La vieja polémica de la demografía
Los gitanos están rodeados de polémicas y "problemáticas". Polémicas científicas y sociales en las que se les contempla como un problema. Problemas y gitanos han ido casi siempre aparejados y, en ocasiones, han llegado a convertirse en sinónimos.
La polémica se inicia con la cuestión demográfica. No faltan los autores que indican cifras sobre la población gitana. Las cifras son muchas y variadas. El consenso es mínimo. Las más repetidas oscilan entre 400.000 y 500.000 gitanos, aunque la mayor parte de los investigadores señalan las dificultades para ofrecer datos fiables.
Existe, sin embargo, un mayor acuerdo en cuanto a los grupos de edad de la población gitana. Sabemos que casi el 50% de la población gitana tiene menos de 16 años. Esta composición en la pirámide de edad por sí misma nos indica la potencialidad de cambio y de transformación que tienen los españoles gitanos. Otros indicadores son también significativos, como las elevadas tasas de crecimiento y de mortalidad y las de una menor esperanza de vida respecto a la media de la población. Las de mortalidad son una muestra del mundo de marginación y de pobreza en la que viven muchos gitanos.
En cuanto a la distribución geográfica, un elevado porcentaje, que ronda el 45%, se encuentra en Andalucía. El resto se distribuye por todo el Estado, concentrándose especialmente en las grandes ciudades y en las capitales de provincia.


La imagen social de los gitanos
Indicaba anteriormente que "gitano" y "problema" habían llegado en ocasiones a convertirse en sinónimos. Esta situación se debe a la imagen social de los gitanos. El gitano es para la mayor parte de la sociedad el prototipo del mendigo, el pobre, el drogadicto, el sucio, el ladrón y el delincuente. Es, en definitiva, el marginado. No importa que se pueda demostrar que los porcentajes de gitanos con este perfil no son la mayoría de los gitanos. Los prejuicios funcionan de este modo, al margen de criterios lógicos. Esta imagen social desencadena el rechazo y la marginación de los gitanos en bloque, sin fisuras, sin posibilidad de diferenciación. El gitano es el prototipo de la marginación o el prototipo del folklore español, del flamenco, que significativamente conforma una imagen simbólica y turística de España.

 

 

 

La cadena de la marginación
Desenredar la madeja de la comunidad gitana en España en unas cuantas páginas no es tarea fácil. Aunque la secuencia, el hilo de las variables es siempre el mismo. Muchos de los adultos son analfabetos, y elevados porcentajes de jóvenes y niños fracasan en el sistema educativo y de formación laboral. Todo ello condiciona, y en muchos casos determina, la imposibilidad de una inserción laboral normalizada. Como consecuencia, los niveles so-cioeconómicos de las familias se estancan en los niveles de pobreza. Con ello el acceso a los recursos de la sociedad se dificulta. Es difícil, muchas veces imposible, acceder a una vivienda digna. Ocupan barrios ghetto. Tienen problemas de salud. Tienen dificultades para acceder a los recursos sociales. Éste es el retrato del gitano marginado, pero hay otros.
Hay otros grupos de gitanos. Más de los que parece, pero están en otro contexto. Son los gitanos integrados. En su historia, la madeja enredada se rompió -quizás fue en siglo XVII, o quizás en el XX- en un momento dado y todo cambió. Accedieron a un puesto de trabajo digno, o lograron tener un negocio productivo. Tuvieron una vivienda normalizada. Sus hijos se incorporaron al sistema laboral. Tienen acceso a todos los recursos sociales y culturales. Son gitanos integrados. Su cultura para ellos es un valor añadido y participan con fluidez en la dinámica social y política de su entorno. Son ciudadanos de pleno derecho. Pero, también, ellos son los gitanos invisibles para la gran mayoría.
Entre estos dos extremos, de segregación y de integración, podemos encontrar una enorme variedad de situaciones. La realidad sociopolítica de los gitanos es muy diversa. Las manifestaciones coyunturales son infinitas. Pero también podemos encontrar un hilo conductor que los une a todos y que nos muestra cuáles son las variables estructurales que determinan su situación. 

 

 

 

 

 

 

Algunos aspectos estructurales
Los españoles gitanos se enfrentan a una situación de desventaja sociopolítica y cultural respecto al resto de ciudadanos. Esta desventaja hunde sus raíces en la historia de persecuciones y de asimilaciones forzosas que han vivido, y se nutre de las imágenes sociales negativas que sobre los gitanos tiene el resto de la sociedad, unida a seculares prejuicios y a persistentes estereotipos que, aunque pierdan sus referentes reales, no dejan de mantener su fuerza. La desventaja social crece con la pobreza y se fortalece con la falta de formación y con la marginación.
Cuando intentamos abordar cualquier acción estructural bien fundamentada, rigurosa y fiable, nos enfrentamos en último extremo a una barrera infranqueable: la ausencia de una legislación que garantice la compensación de desigualdades.

"Sabemos que casi el 50% de la población gitana tiene menos de 16 años. Esta composición en la pirámide de edad por sí misma nos indica la potencialidad de cambio y de transformación que tienen los españoles gitanos".

Un ejemplo de cómo los gitanos viven esta desventaja puede ser ilustrativo. En una familia gitana analfabeta, los hijos que estudian son una minoría y suelen tener problemas de adaptación, a los que se unen los económicos. Sabemos que la infancia gitana tiene muchas dificultades para acceder a los sistemas de ayudas y becas que ofrecen las instituciones educativas. El analfabetismo y la marginación son las causas más directas que inciden en el hecho de que los niños y las niñas gitanos no logren obtener unas calificaciones medias que les permitan conseguir una beca. A este hecho se une la falta de información y de hábitos para cumplimentar los trámites burocráticos. Conocemos esa desventaja, sabemos que existe y podemos cuantificarla. Pero, en último extremo, carecemos de una legislación que aborde esta situación.

En este contexto de elevados índices de analfabetismo, que en algunas regiones alcanza el 90% de la población adulta, donde más del 50% de los gitanos son pobres o están en situación de pobreza extrema, donde la vida cotidiana se centra en la supervivencia, no es extraño que una parte importante de la población gitana se sienta desvinculada de su entorno social y no participe en la dinámica política de su sociedad.
Sin duda esta carencia, que tiene importantes consecuencias en el nivel estructural que estamos analizando, forma parte de la cadena de causas y efectos. La marginación política, que también es en gran medida marginalidad y/o automarginación, es una de las variables estructurales con más trascendencia. A este hecho se añade la desvinculación política de las elites sociales gitanas, que siempre que pueden se hacen invisibles para una sociedad que identifica gitano con una larga lista de referentes negativos. No se puede reprochar a estos grupos que permanezcan en la invisibilidad social y que oculten su identidad como una forma de protección. Cada pieza encaja en su lugar y la casualidad deja paso a la causalidad.


La lengua y la cultura gitana
Llegamos al contexto de la cultura. Decir que hay una abundante literatura escrita en lengua gitana, saber que hay agencias de noticias gitanas, cadenas de radio y televisión que emiten en lengua gitana, junto a centenares de monografías sobre la cultura gitana en todo el mundo, podría parecer una broma. Sin embargo, es muy cierto. La apariencia jocosa tiene que ver con el profundo desconocimiento que existe en la sociedad española de la cultura gitana y por la falta de autoestima -alimentada por su situación socioeconómica- que tiene un gran porcentaje de gitanos sobre su propia cultura.
La cultura y la lengua gitana están en un plano marginal de la sociedad. Son patrimonio de un grupo minoritario de personas interesadas en ellas pero que carecen de los mecanismos de difusión y de irradiación social que requiere la situación. Pero los españoles gitanos no pueden entenderse desvinculados de su cultura y de su lengua, porque el trípode que forma el contexto social y el contexto político no está completo sin el contexto cultural y más aún, por un argumento mucho más fuerte: porque la cultura gitana y la lengua gitana son un patrimonio cultural de los españoles, de todos los ciudadanos, gitanos y no gitanos. Y por ello, al amparo y a la sombra de la Constitución de 1978, deben desarrollarse las estrategias necesarias para promover, restaurar y difundir la cultura y la lengua gitana. En un Estado de derecho como el que disfrutamos todos los ciudadanos, también los gitanos tienen derecho a que su cultura, sus tradiciones, su cosmovisión, su forma de entender el mundo y la vida, sean conocidas y reconocidas. Tienen derecho a recuperar su lengua y a que sea conocida y difundida como lo que es, como una lengua milenaria que constituye una riqueza cultural para todos los ciudadanos. También, en este sentido, los españoles gitanos tienen grandes desventajas.

"La diferencia cultural de los niños gitanos, que podría significar un enriquecimiento para toda la escuela, se convierte en un motivo de conflicto. Y es así, sobre todo, por las dificultades de flexibilidad que tiene el sistema escolar y por la falta de recursos humanos y materiales".

 

Desventajas socioculturales
La constatación de que, desde una perspectiva estructural, la situación de los gitanos españoles requiere un reconocimiento explícito de las desventajas que sufren a nivel legislativo (1), puede parecer una ingenuidad. Quizás 20 años no han sido suficientes para que nuestra democracia eche unas raíces lo suficientemente fuertes que le permitan resistir los vientos sociales que esta situación provocaría. A este respecto, son bien significativas las movilizaciones sociales, promovidas por organizaciones vecinales, que se producen especialmente cuando va a realojarse un grupo de familias gitanas -casi siempre anecdótico- o las protestas "vox populi" que se alzan contra servicios sociales o administraciones porque "sólo les dan a los gitanos". Los prejuicios y las imágenes sociales en contra de los gitanos tienen una gran fuerza que no se debe subestimar.


De la estructura a la coyuntura
La sociedad gitana se estructura en grupos de edad. Siguiendo esta categorización podemos realizar un seguimiento de la realidad sociopolítica y cultural de la comunidad gitana. En el primer grupo, comenzando por la base de la pirámide demográfica, se encuentran los niños. Sin duda, la infancia gitana sufre con especial dureza la situación de marginación de los españoles gitanos.
Exceptuando los grupos minoritarios que gozan de una situación socioeconómica estable, la mayoría de los niños y niñas gitanos crecen en un ambiente de marginación. Grupos importantes de población viven con sus familias en barrios ghetto, de infraviviendas, chabolas o en barrios que se han denominado gráficamente de "chabolismo vertical". Desde muy pequeños aprenden lo que significa la pobreza y la marginación. Su paso por la escuela no suele ser precisamente positivo. A los barrios segregados corresponden muchas veces escuelas segregadas con una mayoría de alumnos gitanos, donde la ausencia de medios económicos, la violencia y la estigmatización de todo el centro, condiciona en la mayoría de los casos el más estrepitoso fracaso escolar. Si pueden acceder a una escuela integrada, no tienen muchas más ventajas. La mayor parte de alumnos y profesores los rechazan y aprenden desde preescolar que gitano es sinónimo de insulto. Muchas veces las actitudes de re-chazo no se basan en ideologías racistas, como indican algunos análisis simplistas. Por desgracia, la realidad es mucho más compleja. Los hábitos, las costumbres, la cosmovisión... en definitiva, la cultura gitana hace que los niños y las niñas sean diferentes y se comporten de forma diferente. Si a esto unimos la pobreza, tenemos juntos los componentes de un conflicto como el que podemos constatar.
La diferencia cultural de los niños gitanos, que podría significar un enriquecimiento para toda la escuela, se convierte en un motivo de conflicto. Y es así, sobre todo, por las dificultades de flexibilidad que tiene el sistema escolar y por la falta de recursos humanos y materiales. Los niños con especiales dificultades, y muchos gitanos las tienen no por sus capacidades intelectuales sino por sus condicionantes sociales, constituyen una molestia en un sistema escolar masificado, con pocos medios y donde la educación personalizada y el apoyo a la desigualdad se queda, por desgracia, en los escritos y en los informes de los claustros escolares.
Las consecuencias son dramáticas para los niños y las niñas gitanos. Los niveles de absentismo son muy elevados. Algunos de los estudios más recientes (2) nos indican cómo superan en muchos casos el 50% y llegan a cifras realmente preocupantes, por ejemplo en la provincia de Jaén donde alcanza el 69%. También el abandono escolar afecta de forma especial a la infancia gitana. Se estima que menos del 5% finaliza los estudios de Primaria, aunque estos datos son estimativos, a falta de investigaciones recientes y fiables.
La imagen actualizada de un niño o de una niña gitana marginados sería la del que va poco o nada a la escuela y que apenas sabe leer y escribir. Se incorporan pronto a los trabajos de adultos, las niñas en las tareas domésticas y cuidando a sus hermanos más pequeños, y los niños ayudando a sus padres y familiares en diferentes trabajos. Si está en una situación muy marginada, estará malnutrido o desnutrido, tendrá mala salud y en el peor de los casos, que sólo se produce de forma muy marginal, sufrirá malos tratos psíquicos o físicos. Están condenados a reproducir la vida de sus padres y a continuar la larga cadena de la marginación.
La infancia gitana integrada también sufre problemas de adaptación escolar. Sobre todo por razones culturales. Son niños que, aunque gozan de un medio socioeconómico estable, tienen problemas de adaptación. Sufren una cierta esquizofrenia cultural entre los valores del entorno gitano y los valores de la escuela. También sufren un cierto grado de marginación de-bido a la estigmatización de la cultura gitana y de los gitanos en general. Proceden de un medio social analfabeto donde la lectoescritura y la formación no se valora, con lo cual tienen que superar especiales dificultades. Ellos constituyen la minoría que logra acceder a la enseñanza secundaria, que también abandona en un elevado porcentaje a causa de las tensiones culturales entre el medio social y el escolar.
Un grupo reducido alcanza una cierta formación profesional que sólo le da opción a competir en un mercado de trabajo saturado por adolescentes no gitanos de más de 16 años con mucha más formación. Están en una situación de desventaja que casi siempre desemboca en frustaciones y en la vuelta a los oficios más tradicionales como la venta ambulante o como mano de obra no especializada en la industria o en labores agrícolas.
El matrimonio en el grupo gitano se produce a edades tempranas. En los grupos más marginados y/o tradicionales la edad oscila entre los 14 y 18, aunque en los grupos más integrados se observa como va ascendiendo la edad hasta alcanzar entre los 20 y 25.
Estos jóvenes se enfrentan a varios tipos de dificultades, en las que su nivel socioeconómico tiene una gran incidencia. Si proceden de un entorno de vendedores ambulantes, a lo que se dedica un amplio porcentaje de la población gitana de "clase media", se incorporan con sus familias a este trabajo. Si no es así, lo cual es frecuente, tienen opciones muy restringidas: las mujeres el servicio doméstico, la venta a domicilio, y en general todos los trabajos que requieran mano de obra no cualificada, casi siempre mal pagada y no pocas veces en el ámbito de la economía sumergida, en empresas, pequeñas industrias o en tareas agrícolas. Los hombres tienen, si cabe, un campo todavía más restringido: en tareas agrícolas estacionales, como trabajadores temporeros, en fábricas o en industrias, con contratos temporales o sin contratos… y los grupos más marginados en la recogida de cartón y chatarra, actividad a la que se dedican especialmente en la periferia de las grandes urbes.
Sólo un estrato de la población gitana, porcentualmente ínfimo, tiene una situación laboral estable en profesiones liberales, peones cualificados, técnicos o como empresarios en diferentes sectores económicos. Muchos de ellos son los que hemos denominado anteriormente los gitanos invisibles.
La situación laboral condiciona a cada uno de los grupos que hemos descrito para acceder a una vivienda. Este es el problema por antonomasia de muchas parejas de jóvenes gitanos en la actualidad. A falta de ella, muchos viven con sus familias, lo que agrava el problema de hacinamiento, ya grave a causa de las elevadas tasas de natalidad.
Acceso a trabajo. Acceso a una vivienda. Estas dos prioridades están limitadas no sólo por las circunstancias personales, sociales y económicas de las parejas gitanas, sino también por el hecho de ser gitanos. Su identidad étnica condiciona de forma determinante las posibilidades de acceso. Las encuestas sociológicas lo señalan. Nadie quiere tener como vecino a un gitano. Y desde luego, todo el mundo conoce las dificultades que tiene una persona gitana para ser contratada, en igualdad de condiciones, cuando compite con cinco que no lo son.
En el grupo gitano, los ancianos cuentan con dos ventajas a priori: son un grupo reducido en la pirámide de población gitana y, además, son muy valorados en el contexto cultural gitano. En general su situación social y sus limitaciones son las mismas que las de su entorno familiar.
Los problemas más graves de este grupo se producen en los barrios ghetto de las grandes urbes, donde prolifera el chabolismo y donde la salubridad es inexistente. Seres humanos hacinados entre el barro y los cartones que carecen de agua potable y de luz. Los ancianos gitanos pagan el precio con un índice de mortalidad superior a la media del resto de ciudadanos.

 

La marginación más extrema
Es en el entorno de los campos de chabolas en las grandes urbes o en los barrios ghetto de infraviviendas de otras muchas ciudades de España donde se vive la marginación más extrema. No son sólo los gitanos quienes viven allí, pero ocupan el 95% de las chabolas, barracas e infraviviendas existentes (3).
En este contexto socioeconómico es donde se producen las grandes tensiones sociales que sufren los gitanos, pero también los no gitanos. Desempleo estructural, pobreza, analfabetismo, desestructuración familiar, barrios degradados, pobreza extrema. Todos estos factores generan el deterioro social y humano que podemos constatar en no pocas ciudades y poblaciones españolas. Esto no es cultura gitana, aunque muchos gitanos viven inmersos en lo que ha venido denominándose cultura de la pobreza.
La asfixia económica en este entorno ha sido el mejor caldo de cultivo para el tráfico de drogas. Las poderosas mafias del narcotráfico han encontrado aquí un espacio óptimo para sus fines. Algunos gitanos, una minoría de gitanos, participan como eslabones en la larga cadena del narcotráfico. Pocos a gran escala. Los más son los pequeños intermediarios que se venden a las mafias. La prueba de ello es el número de reclusos penados y preventivos por delitos contra la salud pública. La cuantificación la desconocemos. Las prospecciones puntuales en centros penitenciarios nos indican que el número de reclusos gitanos y gitanas por todos los delitos es porcentualmente significativo. Nos faltan datos. Aunque esta laguna de información tiene sin embargo una gran importancia.
Se constata también la situación de indefensión que sufren muchas familias gitanas en su interacción con la justicia. No es por casualidad. Pobres y analfabetos, se encuentran sumidos en un mar de desconcierto y desprotegidos ante lenguajes que no entienden y mecanismos que ignoran por completo. Tan solo por su imagen y su identificación como "gitanos" se ven sumergidos en la vieja cadena de estereotipos ya mencionados. Se encuentran en la marginalidad de la sociedad y también en la de la justicia.

"La oferta que las administraciones hacen a los ciudadanos gitanos se limitan al campo de los servicios sociales. Por ello, vistas las necesidades y las viejas demandas realizadas por la comunidad gitana, ha llegado el momento de repensar y de reflexionar sobre nuevas políticas tanto de carácter coyuntural como estructural".

 

Viejas demandas, "nuevas" ofertas
La más antigua y perenne demanda de los gitanos ha sido que se les permitiera "ser". Lo que es lo mismo que decir que se les permitiera conservar su lengua, su cultura y su modo de vida. Después de casi cinco siglos, esa demanda ha sido satisfecha por la sociedad democrática a partir del 78. A los españoles gitanos se les permite tener una identidad, una cultura y una lengua propia y esto ha sido un paso realmente histórico.
Pero un paso lleva a otro paso. El siguiente es obvio. Hay una diferencia cualitativa entre permitir, entre tener el derecho a una cultura propia y que esa cultura sea considerada patrimonio de todos los ciudadanos españoles. La diferencia es crucial. De esta reflexión surge un nuevo universo de pensamiento político y de legislación absolutamente diferente. A partir de la conciencia de esta realidad emergería un marco político y legislativo nuevo, especialmente en el contexto de las administraciones educativas y culturales. Sería una nueva dimensión que afectaría de forma positiva y sustancial a los españoles gitanos.
Mientras tanto, es esencial que la legislación se ajuste de forma progresiva a la realidad. La Constitución es el marco de valores, pero de poco sirve si, en el proceso legislativo, no se va ajustando el espíritu de la ley suprema a la realidad cotidiana de los ciudadanos. Ante un grupo de españoles que sufre una desventaja estructural, el espíritu democrático exige que este grupo reciba un mayor apoyo institucional en el marco de lo que podría definirse como una política de discriminación positiva. Los más desfavorecidos tienen derecho a un plus de apoyo institucional; de hecho, este principio estructura la ideología del Estado.
Hasta el momento, las políticas destinadas a los ciudadanos gitanos han estado dirigidas únicamente hacia el ámbito social. Sin duda, es necesario valorar este esfuerzo, pero también lo es constatar como, ante una problemática integral, tan sólo se ha abordado un campo de acción y ello de forma restringida.
El programa más destacable por su área de actuación es el de Desarrollo Gitano que se inició en 1988. Sin duda, este Plan de Desarrollo ha supuesto algún avance respecto a la situación anterior. Pero es fácil constatar cómo no disponemos de una información transparente y rigurosa sobre el proceso de ejecución y sobre la evaluación del mismo. Precisamente la ausencia de una evaluación general y la falta de transparencia en los datos sociales y en las intervenciones realizadas, limita nuestras posibilidades de reflexión sobre él. Lo más destacable y que se puede constatar con facilidad, es que este programa se ha centrado exclusivamente en el área de Servicios Sociales, y que se ha ejecutado con una cofinanciación entre el Estado y las Comunidades Autónomas, por los equipos de funcionarios de ambas instituciones.
La principal reflexión crítica que se deriva de ello es que, ante una realidad sociocultural poliédrica y diversa, se ha actuado en un solo plano. Quizás constituía hace una década una prioridad; de cualquier modo, la situación sociopolítica y cultural de los gitanos requiere políticas integrales, de carácter interministerial y transautonómico. Desde esta perspectiva, son obvias las limitaciones de las políticas realizadas hasta el momento.
La oferta que las administraciones hacen a los ciudadanos gitanos se limitan al campo de los servicios sociales. Por ello, vistas las necesidades y las viejas demandas realizadas por la comunidad gitana, ha llegado el momento de repensar y de reflexionar sobre nuevas políticas tanto de carácter coyuntural como estructural.

Los nuevos retos del futuro
De la información y de los argumentos presentados en este documento se deriva, en primer lugar, la necesidad de iniciar un proceso de reflexión de carácter jurídico y legislativo sobre la realidad sociopolítica y cultural de los españoles gitanos. Este proceso de reflexión debería ir encaminado a estudiar el modo de articular la realidad social y cultural de los gitanos con la legislación existente, para dar cuerpo y dinamismo a los principios y derechos reflejados explícitamente en el texto Constitucional.
El estudio de las estrategias más adecuadas, el análisis y la orientación de políticas de discriminación positiva, deberían incardinar el proceso mismo de la reflexión para lograr superar el gran handicap estructural de los españoles gitanos: el reconocimiento de sus desventajas socioculturales "de facto" y su invisibilidad en la legislación que los ampara como ciudadanos de pleno derecho del Estado español.
De este proceso de reflexión se derivan una serie de orientaciones y propuestas generales, algunas de las cuales indicamos a continuación:
a. Educación y Formación de adultos. Promover un proceso de reflexión y de acciones que, en el marco de las políticas educativas generales, den prioridad a la formación de adultos gitanos con el fin de disminuir los elevados índices de analfabetismo. Establecer las políticas educativas destinadas a la infancia y adolescencia gitana que podrían incardinarse en el marco de la LOGSE, con el fin de combatir el absentismo y el abandono escolar y lograr un incremento en el éxito escolar de los estudiantes gitanos.
b. Iniciar un proceso de reflexión y de estudio a nivel estatal para analizar las posibilidades y estrategias de intervención sociolaboral con la comunidad gitana. Es necesario abordar esta reflexión en el ámbito estatal, y de manera coordinada, para evitar las políticas y las acciones dispersas y algunas veces contradictorias que produce la falta de diálogo y de comunicación entre diferentes administraciones.
c. Establecer un proceso de análisis, coordinado y realista -igualmente a nivel estatal- para estudiar las políticas de vivienda, con el objetivo de combatir el chabolismo en las grandes urbes, los ghettos y las infraviviendas, para lograr un incremento significativo de realojamientos de familias gitanas en viviendas dignas e integradas.
d. Estudiar las estrategias de inserción laboral y de formación profesional para los jóvenes gitanos. La reflexión en este sentido debería ir encaminada a lograr la integración en centros de formación profesional que les permitieran diversificar los campos laborales y acceder a trabajos normalizados.
e. Crear un marco de reflexión sobre las estrategias y las vías para fomentar y divulgar la historia, cultura y la lengua gitana como patrimonio de todos los ciudadanos españoles. Este proceso debería dirigirse hacia los canales normalizados de difusión, es decir, centros escolares, centros de cultura, museos y, en general, a todas las vías integradas de difusión y conoci-miento.
f. Promover el desarrollo de políticas globales de intervención que articulen, desde una perspectiva integral, las diferentes medidas que se dirijan a la población gitana. Es imprescindible que las políticas y las acciones que se pongan en marcha, independientemente del rango de competencias de las mismas (ministerial, autonómico, local… ), tengan un enfoque global y coherente para el conjunto del Estado, en cuanto a los planteamientos de trabajo, estrategias, objetivos evaluables, prioridades, etc.
Todas estas propuestas de reflexión tienen, como se ha indicado a lo largo del documento, un argumento implícito, que vamos una vez más a retomar; y es que todas las políticas dirigidas a los ciudadanos españoles gitanos deben asentar profundas raíces en la realidad social que viven de forma cotidiana. Esta realidad está marcada por las desventajas a diferentes niveles y por su invisibilidad en el contexto sociocultural de España. Como también hemos señalado, sólo desde esta perspectiva pegada a la realidad puede iniciarse un proceso de reflexión y de acciones que nos permitan profundizar en la democracia, en el estado de derecho del que disfrutamos y acercar el mundo jurídico al mundo de los hechos, también para los españoles gitanos, condenados demasiado tiempo a la marginación.

Notas:
(1) Y como consecuencia, la legislación de una normativa que garantice la compensación de desigualdades en un marco de discriminación positiva. En este aspecto, es necesario iniciar un proceso de reflexión de carácter interdisciplinar para estudiar, tanto las cuestiones ideológicas como pragmáticas que conlleva esta cuestión, con el fin de clarificar y orientar las estrategias más positivas y operativas.
(2) Prospección sobre la escolarización de la infancia gitana en 120 poblaciones de Andalucía. Equipo de Investigaciones Aplicadas EINA. Universidad Jaime I.
(3) Bibaxtaje Bersa. Cinco siglos de la Pragmática de 1499, doscientos cincuenta años de la redada de 1749. Manuel Martín Ramirez. Equipo de Estudios de la Asociación Nacional Presencia Gitana. Madrid 1999. Policopiado. Sin publicar.

REVPROVPQ.GIF (3898 bytes) Número 1   - Junio 1999 - Revista Bimestral de la Asociación Secretariado General Gitano